miércoles, 4 de enero de 2017

PURO PAPA


















El papa Francisco lamentó en su homilía de Año Nuevo que las sociedades sean cada vez más “frías y calculadoras” y carezcan de compasión.
Aquellos con “corazones narcisistas” sufren la pérdida de los “lazos que nos unen” y el sentido de pertenencia a la sociedad, dijo a los fieles durante la misa del domingo en la basílica de San Pedro.
El papa expresó su preocupación y aprovechó la ocasión para condenar con dureza “la corrosiva enfermedad de ‘la orfandad espiritual'”, “un cáncer que silenciosamente corroe y degrada el alma” y que trae consigo “vacío y soledad”.

Jorge Bergoglio realizó estas reflexiones ante miles de fieles de diversas partes del mundo que acudieron a escuchar sus palabras a la Basílica de San Pedro del Vaticano en el día en el que la Iglesia festeja la Jornada Mundial de la Paz, este año bajo el tema “La no violencia: un estilo de política para la paz”.
La ceremonia comenzó a las 10.00 horas locales (09.00 GMT) y duró cerca de una hora y media.
En su homilía, Francisco criticó lo que denominó “orfandad espiritual, “un cáncer que silenciosamente corroe y degrada el alma”.
“La pérdida de los lazos que nos unen, típica de nuestra cultura fragmentada y dividida, hace que crezca ese sentimiento de orfandad y, por tanto, de gran vacío y soledad. La falta de contacto físico (y no virtual) va cauterizando nuestros corazones, haciéndolos perder la capacidad de la ternura y del asombro, de la piedad y de la compasión”, subrayó.
Para Francisco, las sociedades modernas se enfrentan a un desafío que deben evitar: sucumbir a esta “orfandad espiritual” que aparece cuando se apaga “el sentido de pertenencia a una familia, a un pueblo, a una tierra, a Dios”.
Esta actitud, expuso, “gana espacio en el corazón narcisista que sólo sabe mirarse a sí mismo y a los propios intereses y que crece” cuando el ser humano se olvida “que la vida ha sido un regalo”.
El pontífice argentino señaló que “la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes”, y afirmó que “no es necesario maltratar a otros para sentirse importantes”.
“Solamente dentro de una comunidad, de una familia, las personas podemos encontrar ‘el clima’, ‘el calor’ que nos permita aprender a crecer humanamente y no como meros objetos invitados a ‘consumir y ser consumidos'”, apuntó.
“No somos mercancía intercambiable o terminales receptoras de información. Somos hijos, somos familia, somos Pueblo de Dios”, agregó.